viernes, 28 de enero de 2011

Fate is Fate.

Hace nueve años más o menos conocí a un tipo por Internet. Era una de esas redes sociales para solteros desesperados. Sí, lo admito, yo era una más de ellos. Nunca me había ido bien en el amor y la mala racha sigue hasta hoy.
A fines de Agosto de ese año conocí a Victor. Parecía amable, no tenía bigote, ojos azules, una linda sonrisa (o era muy fotogénico), barba candado, pelo castaño, buena altura, facherito y un carisma inigualable. Parecía buen hombre y lo más importante: no perfilaba para violador o secuestrador! La verdad es que no sabía porqué estaría solo, porque simplemente era perfecto. Por todo eso arreglé encontrarme con él el once de septiembre de 2001, en un café de Nueva York no muy concurrido ni tampoco tan desolado para hablar tranquilos y en caso de que me equivocara y realmente fuera un violador o algo de eso pudiera escapar (sí, soy algo paranoica).
Me desayuné todos los diarios del café esa mañana esperándolo. Quedamos a las nueve porque a la tarde trabajaba y esa noche se iría de viaje. Lo esperé una hora, una hora y media, dos. Quizás el tráfico lo había demorado, o no encontraba qué ponerse, o se sentía mal, o se había quedado dormido. O simplemente se había arrepentido. Volví a casa con la vena hinchada, decepcionada y prometiéndome nunca jamás volver a meterme a páginas como esa.
Nueve años más tarde me entero de lo que pasó. Hoy por casualidad (jamás veo esa sección) ojeé la parte “fúnebres” del diario:

“Victor Vega. 11.09.01, 08.45 hs. Tu familia te extraña”.

Ocho y cuarenta y cinco, ocho y cuarenta y cinco. Once de septiembre. Dos mil uno. Torres Gemelas. Era irónico darse cuenta nueve años más tarde. Y yo que le tenía rencor. Y de pronto se me vino todo un mundo encima. Y empecé a preguntarme que hubiera sido si él hubiese acudido a la cita, si nos gustábamos y nos terminábamos casando y teniendo tres hijos y siendo un matrimonio feliz. O no. O si nos hubiésemos separado, o si él me acosaba en la reunión, o si era un loco y terminaba obsesionado conmigo y me llevaba a su cama y me mataba, o, o, o…
Todo pasa por algo, supongo. Y en la memoria de Victor digo: “Fate is fate”.

domingo, 23 de enero de 2011

The animal instinct in me.

Hace unos años que estoy acá. No les voy a mentir, al principio me emocionaba. Eso de tener el poder, el que deja pasar y el que no, el uniformado, qué sé yo, me sentía…poderoso en cierta forma. Después de un tiempo caí y me di cuenta de que el garrote o lo que fuera que me dieran no era un arma, que era igual a tener un palito de helado o a no tener nada. No me sentía capacitado para defenderme a mí mismo y menos a veinte casas más.
Al cabo del año ya sabía reconocer los autos de todos los propietarios del complejo y ya tenía mi amor imposible, una pendeja de lo más sencilla que vivía en la casa once. Siempre salía a pie y volvía con bolsas de verdulería, del almacén de la esquina o de la panadería. A veces me traía pancitos calentitos, otras algún que otro juguito, y siempre se quedaba un rato charlando, por más que tuviera cosas que hacer.
Aunque ella no encuadrara en ese lugar y toda la cosa de la high society, yo sabía que era imposible.
A mi cuarto año de ese trabajo de mierda le compraron un autito. Por supuesto, como ella, el auto no encuadraba en ese lugar.
Un día, como a las seis de la tarde, se fue con su autito. Como siempre me dedicó una de sus sonrisas. Esa mirada fue la más deliciosa que me dio en mucho tiempo. Y la última. Sí, no la vi más. Hasta hoy. La muy perra reemplazó el escarabajo cremita por un Porshe, y el asiento del acompañante ya no va lleno de bolsas o simplemente vacío. Ahora va un chetito con barba candado que apoya su abrazo en el asiento de mi eterna utopía.
Al menos descubrí que el garrote que me dieron hace diez años sirve para algo: es excelente para hacer sangrar a un ladrón de sueños y para perder un trabajo de mierda.

lunes, 17 de enero de 2011

Mare mare mare.

Se pegan a mí. Quieren ser parte de mi ser. Cada grano de arena, cada partecita desintegrada de caracol es atraída a mi cuerpo con una fuerza extraña, parecida a la de un imán potente. Me moldean, me aprisionan, no dejan a mis poros respirar. La sal del mar la imita mezclándose con mi pelo semi-recogido.
Me voy adentrando, si total nos conocemos. El Mar me recibe con su furia, con una pasión que nadie me dio jamás. Sus brazos de olas me toman, me arrastran a su interior. Esta noche me quiere con él y no va a parar hasta conseguirlo. Sé que esas estrellas silenciosas serán las últimas que vea. Sé que ese cielo negro será el último que me contemple, el único testigo de mi adiós.
Yo no lo elegí, o tal vez sí, eso ya no importa. Cuando me encuentren –si lo hacen- ninguna hipótesis será válida, nada valdrá ante la palidez de mi piel, el frío de mis ojos, mis pulmones rellenos de agua, o mi pelo lleno de sal.
Ya puedo sentirlo, el agua saboteando mis oídos, la negrura del cielo, y después, oscuridad.
Quizás, quizás esto sea el premio por no haber salido corriendo, o el castigo por no saber escapar.


[Aclaración: Este escrito fue encontrado en el fondo de un bolso, en un papel medio húmedo y lleno de arena de mi visita a la costa; no se preocupen, no estoy depresiva como para escribir así. Sí, hay robo a Callejeros en el final. Puede sonar insensible subir esto ante la muerte de Franco, encontrado ayer a trescientos metros de la costa, o se puede tomar como un homenaje, de alguna manera. Queda a criterio de cada uno.]

domingo, 9 de enero de 2011

Julia.

Un día te despertás, abrís los ojos y te das cuenta de que ya son diez años. Y tratás de escaparte, cerrás los ojos, pero cuando los volvés a abrir los diez años siguen ahí, presionando tu cabeza, formulando miles de preguntas sin respuesta, presentándote a la ausencia, pero vos ya la conocés, y bastante. ¿Por qué no pude conocerte más? ¿Por qué esa mujer que ahora veo débil tirada en la cama y que siempre fue de estar de pie sufre tanto por tu ida? ¿Por qué no tuve un segundo, un minuto más para agradecerte esas mañanas frías cobijada entre tus sábanas mirando cartoon network, los rizos que colgaban de mi cabeza hechos por tus manos delicadamente cada mediodía para ir al jardín, esas sopas de fideos de caracolitos multicolores que hasta su sabor ya no reconozco, ese perfume que dejaste en tu casa y que nunca se va a ir, la imagen del peluchito fucsia que colgaba del tele de tu habitación, o las fotos con tu peluca gris que en ese tiempo me parecía tan divertida y ahora sólo es un recuerdo más de enfermedad? ¿O por qué tu casa ya no es la misma? ¿Por qué la dejaste tan sola, por qué nos dejaste solos, por qué navidad siempre tiene ese gusto a recuerdo tan frío, tan lastimero? ¿Por qué sólo me quedó una foto nuestra? ¿Por qué tus collares se esconden en el fondo del placard como el tesoro más preciado que podría haber tenido? ¿Por qué me diste tan poco tiempo abuela? ¿Por qué diez años si hasta ayer eran sólo cinco los que me separaban del nueve de enero del 2001, el día en que te perdí? ¿Por qué tengo estas ganas incalculables de estar en tus brazos tomando la mema o ese vasito con forma a naranja que siempre me llenabas con tanto amor?
Un día te despertás, abrís los ojos y te das cuenta de que ya son diez años. Y tratás de ver la realidad y un manto negro -el recuerdo quizás- te lo impide.

jueves, 6 de enero de 2011

Lo único que sale cuando estás al pedo y son las 2:17 de la mañana.

Podría hacer un resumen de lo maravilloso-catastrófico-deprimente-buenoenciertaspartes-divertido-agitado que fue mi 2010, pero ya a una semana de año nuevo me parece que no da(?) Podría contarles lo cagada que estoy a causa de las bombas anti-granizo (espero que sean eso) que explotan en el cielo ensordeciéndome y haciendo que quiera un abrazo de alguien, quien sea, porque por si todavía no lo saben soy muy miedosa. Y encima se le suma lo muy sugestionada que estoy por una película que vi ayer. Y que encima ahora llueve y hay relámpagos y truenos. También podría contarles que prendo la tele como para ignorar lo que pasa afuera y que está Gran Hermano. Y que lo peor de todo es que me engancho mirando esa cagada, y que después me quejo de cómo la gente puede mirar y gastar plata votando para que salga un pelotudo más de la pantalla (a dio’ gracia). O podría contarles que estoy rodeada de cadáveres de mosquitos rechonchos por haberme picado toda, y de que ya maté varias arañas (sí, mi barrio es lo más parecido a un campo desierto). Podría contarles todo eso, pero ya lo hice, así que me voy, con la esperanza de algún día poder escribir algo que esté bueno y decirle al mundo “sí, lo hice yo”(?). Mientras tanto voy a seguir adquiriendo más estupidez de GH porque eso si me sale. Buenas noches hermanitos.

PD: Reyes: los fuckeo por no haberse acordado de mí -.-