martes, 10 de mayo de 2011

Matías.

Soy víctima de un Dios frágil, temperamental. Que en vez de rezar por mí, me hace vivir. Me da ganas de reir, dibuja una sonrisa en mi rostro hasta cuando me caen lágrimas. Me pinta de colores, me baña en calma. Me ayuda a escapar, me da la mano y me enseña a mirar antes de cruzar. Es mi primavera personal, en la que él es el sol, el perfume de las flores y el pasto acolchonado a la vez. Me hace fuego. Me hace río. Me hace feliz. Me enseña a encontrarlo en cada estrella, en cada gota de rocío, en cada canción. Me hace extrañarlo. Necesitarlo. Adorarlo. Me hace querer imitar cada paso que da. Sumergirme en sus pestañas, y luego en sus pupilas. Recostarme en él. Acostarme con él. Dormir con él. Soñarlo, y al despertar, ver que no se fue a ninguna disco del lugar.

viernes, 6 de mayo de 2011

Ya casi.

Me despierto por un resplandor rojo, un resplandor rojo en mi cara. El sol me pinta de rosados, naranjas, colorados, cuando me asomo a la ventana. Y ya casi no hay sol. Pero eso ya casi no importa, porque las heridas ya casi están cerradas, porque las lágrimas ya casi están todas derramadas, porque ya casi escuché casi todos los tango de mi país -que tanto extraño-, porque ya casi me empapé en todos los raps que esta ciudad pudo ofrecerme en sus barrios marginales, esos tan urbanos, tan humanos.
Me visto para infiltrarme en ellos y salgo a pelear al viento. Salgo a cambiar mi cara, a pintarla de amarillos aunque el sol ya no esté en este cielo tan poco mío. Porque ya casi no importan sus reclamos, sino los míos. Mis reclamos de cambio, de una sola sonrisa. Y acá está. Sí, estoy sonriendo, aunque ustedes no me vean. Sonriendo. Corriendo. Peleando al viento, enredándome en él, buscando su sonrisa, buscando la mía.
Adquiero la costumbre, la típica imagen del cafecito en mano. Mi gorrito de lana se quiere escapar, pero no lo dejo volcándome el café. Pero ya casi no importan esos detalles. Porque con él aprendí que no son nada. Hablando de él, ¿dónde estará? ¿En qué canción de Spinetta, en qué bar, en qué cama, en qué ojos estará sumergido? En los míos, no. Porque me fui. Me fui lejos. Pero de amarillo. Y aunque ahora sea una tonalidad alimonada, ya va a ser sol. Y voy a encontrar su sonrisa. Y la mía. En este viento que me lleva, en estas calles, en esta noche, en este cielo tan distinto al suyo, tan lejano, donde las estrellas son iguales, a pesar de la distancia.
Y ya casi no importará. Y ya casi cumpliré con los reclamos. Y casi seré parte de este otro mundo. Y casi abriré los ojos, y casi sonreiré. Y casi no extrañaré. Y ya casi me apropiaré de este cielo que nunca será mío del todo. Y casi reemplazaré a mi Buenos Aires por esta Nueva York sin corazón.

lunes, 18 de abril de 2011

Últimamente (me refiero a los..últimos tres meses?), este blog ha estado cayendo en decadencia (cuándo no?). Y aunque intente levantarle un poco el ánimo al pobre, sólo se la pasa escribiendo cosas deprimentes, mal escritas, aburridas en cierta forma. Como algo parecido a esto. Es que se parece bastante a la dueña. Si ella decae, él también. Pero la dueña se cansó de caer. Y aunque esté en pleno proceso de decaimiento (lo que significa que queda para rato de esta porquería de palabrería), no quiere más. Quiere escribir. Quiere vivir. Quiere que todos los momentos –o casi todos- se asemejen un poquito a la felicidad que siente en sus brazos. Quiere ver el sol hasta en las cosas malas, como lo solía hacer. Quiere dejar ese ambiente de violencia en el que la obligan a estar. Quiere mirar las cosas con esos ojos inocentes de antes, que ahora sólo tiene imágenes de guerra grabadas. Quiere volver a hablar con ustedes. Quiere volver a hacer lo que más le gusta. Quiere salir de esa burbuja en donde se había metido.
Y para eso se va a poner un cartel parecido al de acá abajito. Bienvenida a la concha de la lora, mala onda.
Bienvenidos a Filástica, nuevamente.



viernes, 8 de abril de 2011

Brothers lie in shallow graves.

No creo en la reencarnación. Bah, en realidad me cuesta creer que haya algo después de esto, de la vida. Pero si en verdad hay algo, creo que en vidas pasadas viví en otra época, que morí joven, que bailé al ritmo de Soda –como lo hago ahora- y que usé esos peinados exuberantes que se usaban en los 90. Pero si hay algo que no fui, que no soy, y que no seré, es ser morbosa. Por eso no voy a mostrarles esos videos que estuvieron circulando todo el día, esos que a muchos les puso la piel de gallina y los hizo llorar como a mí. Por eso sólo voy a desnudar el alma y llorarles. Tampoco voy a contar las imágenes del horror, ni detallarles la desesperación de esos gritos, ni contarles de esos nenes corriendo por el pasillo, escapándole a la muerte. Pero sí voy a manifestar mi repudio hacia a la impunidad, y mi dolor a que se esté juzgando a un posible enfermo mental, ya muerto, y a que se haga uso del sarcasmo como lo hicieron en comentarios a una nota del Diario Clarín, diciendo algo como “a ver cuando traen a alguno de estos vagos a la casa rosada así se van unos cuantos corruptos”, o que se hable de religión, o que se prediga una de estas tragedias próximamente en la Argentina, y encima, con horrores de ortografía, como es de esperar. Es difícil de creer que se piense en todo esto menos en lo que realmente importa. Se murieron doce niños. Doce chiquitos brasileros que recién estaban entrando en su adolescencia, que tenían la vida por delante, chicos que hoy son llorados por doce familias, por amigos, y por gente sensible y diferente a los ignorantes que comentaron, que sorpresivamente leen el diario. No voy a pedir que se tome consciencia porque aunque haga el intento por no ser negativa, la Argentina está perdida. Sólo pido que se metan sus opiniones bien en el culo, y que dejen su ignorancia de lado para brindar un poco de respeto a un pueblo que hoy, llora sangre.

Ten paciencia, alma mía: tú has sufrido cosas peores.- Homero.


sábado, 26 de febrero de 2011

Valparaíso.

...Oscuros cauces donde la sed eterna sigue,
y la fatiga sigue, y el dolor infinito.


(Pablo Neruda, "Poema 1", "Veinte poemas de amor y una canción desesperada").

Se rinden ante lo primero que encuentran. Se les doblan las rodillas frente a un barsucho onda centroamericana. Piden comida cubana en tierras chilenas, toman jugo de maracuyá bajo una sombrilla auspiciante de gaseosas norteamericanas de segunda que tapan un sol que no existe. Se les acercan perros hambrientos, pulgosos, demacrados, con la esperanza de comer algún resto de lo que queda, y sus bocas (peores que las de los animales) ceden un último bocado de pan y sus colas se mueven al unísono demostrando un sentimiento parecido al de la felicidad. Un mendigo pide monedas que no tienen. Ciudad de las almas perdidas, ellos son dos de ellas. Una canción de Oasis retumba en la cabeza de ella, no lo puede ver a los ojos. Se acerca un cantautor aficionado con su charango. Recita frases, canta con su voz de fumador. Habla sobre esa nostalgia de domingo lluvioso, y siente esa misma desesperación. Se acomoda el pelo desgreñado, se come las uñas. Y las suyas, las de él, se tambalean en la mesa en señal de impaciencia. Ella larga un suspiro que se desparrama en el aire aplastante. Se seca el sudor de la frente y espera que aún así la mire. “Mirame!”, grita para sus adentros. “Mirame aunque transpire, me coma las uñas, y aunque siga siendo una extraña más jugando a ser amiga e intentando conquistarte”. Pero para él siempre van a ser dos extraños sentados en un barsucho onda centroamericana comiendo un sándwich cubano en tierras chilenas, tomando jugo de maracuyá bajo una sombrilla de gaseosas norteamericanas de segunda que tapa un sol que no hay, alimentando a perros vagabundos, escuchando a un cantautor aficionado con su charango. Dos extraños que no se miran a los ojos. Dos a la deriva. Dos, en la ciudad de las almas perdidas.

miércoles, 9 de febrero de 2011

Y bueno, así salí.










CaracteristicaGrado
DESCONFIADO (paranoide)NADA
SOLITARIO (esquizoide)UN POCO
EXCÉNTRICO (esquizotipico)UN POCO
TEATRAL (histrionico)UN POCO
TRAVIESO (anti-social)NADA
PRESUMIDO (narcisita)NADA
TRÁGICO (limite)NADA
MANIATICO (obsesivo-compulsivo)MUCHO
SUMISO (dependiente)UN POCO
TÍMIDO (evitativo)UN POCO



Sí, preocúpense. No no, por cómo me salió el test no. Porque sí, soy solitaria (y no un poco precisamente). Porque es verdad, soy histriónica y un poco excéntrica. Porque soy antisocial (test choto te confundiste, lero lero(?) . No se confundió en decir que soy bastaante maniática/obsesiva-compulsiva, pero dependiente? Nah, para nada. Creo que no hay persona más independiente que yo (se los dice una piba que ya desde que era una mocosa de tres/cuatro años se prepara toodo solita para la escuela -en ese momento jardín- la noche anterior y se lavaba solita el culito). Bueno, pero todo esto no viene al caso. No hay porqué preocuparse de todo eso, sino por el hecho de que malgasto tiempo en hacer estas cosas y encima hago "entradas" (esto no se merece tanta calificación) sobre esto. Y bué, son vacaciones.

domingo, 6 de febrero de 2011

La llave de la verdad.

El deseo de cohabitar con una mujer es más intenso cuando se está solo que cuando se yace con ella. (Augusto Roa Bastos en Metaforismos).


En ese momento llevaba veinte años de matrimonio. Dos de una pasión incontrolable. Uno de nacimientos. Tres de zapatillas rotas, una comida al día, de necesidad de una ayuda que el Estado nunca les dio, de resfríos incurables. Cuatro de arduo trabajo por conseguir todo aquello que les faltaba para salir adelante. Diez de monotonía.
Sentada allí, en la punta de la cama, espera a que su marido salga del baño de aquella suite más grande que cualquiera de los otros cuartuchos que habían habitado antes, pero que jamás podría reemplazar esos años de cálida pobreza ante las sábanas frías de hoy, en las que descansaba Lucía en ese instante.
Se abrió la puerta del baño y se apresuró a pronunciar:
-Ángel.
-¿Qué pasa?- contestó sombríamente él, como si cada palabra salida de la boca de su esposa fuera una sarta de culebras intentándolo atrapar, engañándolo.
-Voy a ir al grano. Hace un par de años me encontré con mi primer novio.
-¿No ibas a ir al grano?- la interrumpió.
-Hace un par de años me acuesto con él.
De espaldas a ella sonrió satisfecho. Era la excusa perfecta para –de una buena vez por todas- abandonar esa imitación de matrimonio fallida que se había convertido en una jaula de la que ambos intentaban escapar.
Ante esa oportunidad tan única no dudó un segundo, y con paso decisivo cruzó la puerta y no la vio más.

viernes, 28 de enero de 2011

Fate is Fate.

Hace nueve años más o menos conocí a un tipo por Internet. Era una de esas redes sociales para solteros desesperados. Sí, lo admito, yo era una más de ellos. Nunca me había ido bien en el amor y la mala racha sigue hasta hoy.
A fines de Agosto de ese año conocí a Victor. Parecía amable, no tenía bigote, ojos azules, una linda sonrisa (o era muy fotogénico), barba candado, pelo castaño, buena altura, facherito y un carisma inigualable. Parecía buen hombre y lo más importante: no perfilaba para violador o secuestrador! La verdad es que no sabía porqué estaría solo, porque simplemente era perfecto. Por todo eso arreglé encontrarme con él el once de septiembre de 2001, en un café de Nueva York no muy concurrido ni tampoco tan desolado para hablar tranquilos y en caso de que me equivocara y realmente fuera un violador o algo de eso pudiera escapar (sí, soy algo paranoica).
Me desayuné todos los diarios del café esa mañana esperándolo. Quedamos a las nueve porque a la tarde trabajaba y esa noche se iría de viaje. Lo esperé una hora, una hora y media, dos. Quizás el tráfico lo había demorado, o no encontraba qué ponerse, o se sentía mal, o se había quedado dormido. O simplemente se había arrepentido. Volví a casa con la vena hinchada, decepcionada y prometiéndome nunca jamás volver a meterme a páginas como esa.
Nueve años más tarde me entero de lo que pasó. Hoy por casualidad (jamás veo esa sección) ojeé la parte “fúnebres” del diario:

“Victor Vega. 11.09.01, 08.45 hs. Tu familia te extraña”.

Ocho y cuarenta y cinco, ocho y cuarenta y cinco. Once de septiembre. Dos mil uno. Torres Gemelas. Era irónico darse cuenta nueve años más tarde. Y yo que le tenía rencor. Y de pronto se me vino todo un mundo encima. Y empecé a preguntarme que hubiera sido si él hubiese acudido a la cita, si nos gustábamos y nos terminábamos casando y teniendo tres hijos y siendo un matrimonio feliz. O no. O si nos hubiésemos separado, o si él me acosaba en la reunión, o si era un loco y terminaba obsesionado conmigo y me llevaba a su cama y me mataba, o, o, o…
Todo pasa por algo, supongo. Y en la memoria de Victor digo: “Fate is fate”.

domingo, 23 de enero de 2011

The animal instinct in me.

Hace unos años que estoy acá. No les voy a mentir, al principio me emocionaba. Eso de tener el poder, el que deja pasar y el que no, el uniformado, qué sé yo, me sentía…poderoso en cierta forma. Después de un tiempo caí y me di cuenta de que el garrote o lo que fuera que me dieran no era un arma, que era igual a tener un palito de helado o a no tener nada. No me sentía capacitado para defenderme a mí mismo y menos a veinte casas más.
Al cabo del año ya sabía reconocer los autos de todos los propietarios del complejo y ya tenía mi amor imposible, una pendeja de lo más sencilla que vivía en la casa once. Siempre salía a pie y volvía con bolsas de verdulería, del almacén de la esquina o de la panadería. A veces me traía pancitos calentitos, otras algún que otro juguito, y siempre se quedaba un rato charlando, por más que tuviera cosas que hacer.
Aunque ella no encuadrara en ese lugar y toda la cosa de la high society, yo sabía que era imposible.
A mi cuarto año de ese trabajo de mierda le compraron un autito. Por supuesto, como ella, el auto no encuadraba en ese lugar.
Un día, como a las seis de la tarde, se fue con su autito. Como siempre me dedicó una de sus sonrisas. Esa mirada fue la más deliciosa que me dio en mucho tiempo. Y la última. Sí, no la vi más. Hasta hoy. La muy perra reemplazó el escarabajo cremita por un Porshe, y el asiento del acompañante ya no va lleno de bolsas o simplemente vacío. Ahora va un chetito con barba candado que apoya su abrazo en el asiento de mi eterna utopía.
Al menos descubrí que el garrote que me dieron hace diez años sirve para algo: es excelente para hacer sangrar a un ladrón de sueños y para perder un trabajo de mierda.

lunes, 17 de enero de 2011

Mare mare mare.

Se pegan a mí. Quieren ser parte de mi ser. Cada grano de arena, cada partecita desintegrada de caracol es atraída a mi cuerpo con una fuerza extraña, parecida a la de un imán potente. Me moldean, me aprisionan, no dejan a mis poros respirar. La sal del mar la imita mezclándose con mi pelo semi-recogido.
Me voy adentrando, si total nos conocemos. El Mar me recibe con su furia, con una pasión que nadie me dio jamás. Sus brazos de olas me toman, me arrastran a su interior. Esta noche me quiere con él y no va a parar hasta conseguirlo. Sé que esas estrellas silenciosas serán las últimas que vea. Sé que ese cielo negro será el último que me contemple, el único testigo de mi adiós.
Yo no lo elegí, o tal vez sí, eso ya no importa. Cuando me encuentren –si lo hacen- ninguna hipótesis será válida, nada valdrá ante la palidez de mi piel, el frío de mis ojos, mis pulmones rellenos de agua, o mi pelo lleno de sal.
Ya puedo sentirlo, el agua saboteando mis oídos, la negrura del cielo, y después, oscuridad.
Quizás, quizás esto sea el premio por no haber salido corriendo, o el castigo por no saber escapar.


[Aclaración: Este escrito fue encontrado en el fondo de un bolso, en un papel medio húmedo y lleno de arena de mi visita a la costa; no se preocupen, no estoy depresiva como para escribir así. Sí, hay robo a Callejeros en el final. Puede sonar insensible subir esto ante la muerte de Franco, encontrado ayer a trescientos metros de la costa, o se puede tomar como un homenaje, de alguna manera. Queda a criterio de cada uno.]