...Oscuros cauces donde la sed eterna sigue,
y la fatiga sigue, y el dolor infinito.
(Pablo Neruda, "Poema 1", "Veinte poemas de amor y una canción desesperada").
Se rinden ante lo primero que encuentran. Se les doblan las rodillas frente a un barsucho onda centroamericana. Piden comida cubana en tierras chilenas, toman jugo de maracuyá bajo una sombrilla auspiciante de gaseosas norteamericanas de segunda que tapan un sol que no existe. Se les acercan perros hambrientos, pulgosos, demacrados, con la esperanza de comer algún resto de lo que queda, y sus bocas (peores que las de los animales) ceden un último bocado de pan y sus colas se mueven al unísono demostrando un sentimiento parecido al de la felicidad. Un mendigo pide monedas que no tienen. Ciudad de las almas perdidas, ellos son dos de ellas. Una canción de Oasis retumba en la cabeza de ella, no lo puede ver a los ojos. Se acerca un cantautor aficionado con su charango. Recita frases, canta con su voz de fumador. Habla sobre esa nostalgia de domingo lluvioso, y siente esa misma desesperación. Se acomoda el pelo desgreñado, se come las uñas. Y las suyas, las de él, se tambalean en la mesa en señal de impaciencia. Ella larga un suspiro que se desparrama en el aire aplastante. Se seca el sudor de la frente y espera que aún así la mire. “Mirame!”, grita para sus adentros. “Mirame aunque transpire, me coma las uñas, y aunque siga siendo una extraña más jugando a ser amiga e intentando conquistarte”. Pero para él siempre van a ser dos extraños sentados en un barsucho onda centroamericana comiendo un sándwich cubano en tierras chilenas, tomando jugo de maracuyá bajo una sombrilla de gaseosas norteamericanas de segunda que tapa un sol que no hay, alimentando a perros vagabundos, escuchando a un cantautor aficionado con su charango. Dos extraños que no se miran a los ojos. Dos a la deriva. Dos, en la ciudad de las almas perdidas.
2 comentarios:
Ohhhhhhhhhh me encanta la onda sándwich de como está narrado!
Me encantó!
Me encanta como escribís y esas pequeñas historias que transmiten tanto en pocas líneas.
¡Besos!
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